sábado, 30 de noviembre de 2013

Los Cristeros del Volcán de Colima. En Comala había un grupo de Magdalenas

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior
Termina el Libro 1o del Capitulo 3o
EN COMALA, HABÍA UN GRUPO DE MAGDALENAS ARREPENTIDAS
Los cánticos de amor y fe resonaban en las amplias bóvedas:
Tú reinarás, este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás, oh Rey bendito; pues tú dijiste: REINARÉ, ¡Reine Jesús por siempre; reine su Corazón, en nuestra Patria, en nuestro suelo, que es de María la nación!
POBRE PUEBLO HUERFANO
Llegó la Comunión. Un Sacerdote bajó la Santa Hostia de la Custodia, pues era necesario consumir la Santa Eucaristía. 
Luego las lámparas fueron apagadas. Entonces, sí, no hubo manera de contener las lágrimas. La multitud lloraba con gran dolor. Yo vi rendirse en el pavimento, en medio de la consternación general, las banderas de la A. C. J. M. y demás agrupaciones católicas, en los más solemnes instantes: era la protesta muda, pero elocuentísima, nacida como de inspiración en aquellos momentos, de fidelidad a Cristo y de que por El se iría aun a la muerte. Yo vi los ojos de aquellos muchachos -futuros mártires de Cristo Rey- preñados de lágrimas que en silencio corrían una tras otra como gruesas perlas sobre sus viriles rostros.

Los sentimientos del alma cada uno de los fieles de aquella multitud, los expresaba a voz en cuello: unos lloraban en voz alta; otros impetraban misericordia y perdón. Se lamentaba la ausencia de Jesús; se lamentaba la suerte futura: ¿Qué haremos sin ti, Jesús? ¿Qué harán nuestros hijos? ¡Ven, Señor, ven, ten compasión de este pueblo que es tuyo! ¡Tú eres el Rey! ¡Tú, el triunfador! ¡Ven y triunfa! ¡Vence a tus enemigos! ¡Ven, Señor, y no te tardes!
Y desde aquel momento, suspendido el culto público, el pueblo fiel quedó huérfano. El templo sin sus sacerdotes, el altar con sus lámparas apagadas, mudos los campanarios y el Sagrario desnudo y abierto. Y juntas vecinales, según disponía el Gobierno de la Revolución, se hicieron cargo de los templos.

LAS MAGDALENAS ARREPENTIDAS
Cuadros semejantes hubo esa mañana del Miércoles de Pascua en todas las parroquias y lugares del Estado; en algunas partes hubo circunstancias singulares. En Comala, municipio al norte de la ciudad de Colima, después de consumido ya el Divino Sacramento, el pueblo permaneció en el templo para resguardarlo de las manos sacrílegas. Un grupo de mujeres de mala vida aparece entonces en escena: lloraban a voz en cuello y a gritos confesaban su vida de deshonor y miseria.
Somos mujeres malas, decían; pero amamos a Cristo y hoy daremos por El nuestra vida y El nos perdonará. Sólo muriendo nosotras, podrán los enemigos apoderarse del Templo.
Y se apostaron en sus puertas, en defensa del templo y del altar: Era Magdalena, la amante Magdalena que, bañada en lágrimas, supo estar al pie de la Cruz..  CONTINUARÁ






  







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